Tenía que sacarme la Isla de adentro. "La novela que soy", de Hannah Imbert, se presenta este fin de semana en CUBA 8, Miami
Luis Leonel Léon / Especial / DIARIO LAS AMERICAS / Abril 16, 2014
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Desde muy pequeña, la escritora cubana Hannah Imbert sintió la atracción de contar historias, observar a la gente e imaginar sus vidas. Escribía poemas desde los 7 años e intentó publicar su primer poemario a los 17, “pero las trabas en Cuba fueron más fuertes que yo y desistí. Aún guardo en un cajón aquellos poemas sin rima”. Estudiando Producción de Medios Audiovisuales, la asignatura de guión la sedujo para siempre. “Descubrí una forma nueva de expresión, otra manera de hacer literatura. Escribí guiones durante 5 cinco años. Uno de ellos, ¿Por qué lloran mis amigas?, está en post-producción, mi ópera prima aunque no sea mi primer trabajo como directora de producción. En Miami escribí mi segundo largometraje,Príncipe 69, en etapa de desarrollo y búsqueda de financiamiento. No puedo dejar de escribir, aunque sea una carta, cuando no lo hago, siento que pierdo el tiempo”.
La emigración llegó a su vida como un golpe al mentón, un jonrón del contrario a un out de ganar el juego y con las bases llenas. “Aunque no estaba preparada, quería salir de Cuba. Sentía que me asfixiaba, pero no tenía ni idea de lo duro que sería. En Miami me recibió mi familia: mi abuelo, personaje sabroso al que adoro, mi hermana que me esperaba hacía más de 10 años y que había allanado el camino, y mi mamá. Luego de los primeros días de reencuentro llegó el vacío, la desesperación. Entonces me di cuenta que tenía que empezar de nuevo, que mis 28 años no contaban y sentí la presión sobre los hombros y el pecho”.
“Nunca he dudado sobre mi decisión de irme de Cuba, pero el sentimiento de no sentirme de ninguna parte me llegó hasta los huesos y me di cuenta que para seguir sin odios, para recomenzar y buscar ese futuro mejor, tenía que sacarme la Isla de adentro. Tenía que escribir La novela que soypara llegar a ser quien realmente quiero”.
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Entre el testimonio y la ficción, el periodismo y la fábula, se tejen las páginas de esta novela autobiográfica o autobiografía novelada, que su autora escribió casi de un tirón.
“Es el retrato de una generación (sin ánimo de sonar pedante) que ha debido partir, incluso contra su voluntad. Para seguir soñando y tener el ansiado futuro, ha debido dejar el malecón, Paseo, calle G, Obispo, La Plaza Vieja, el pasillo del primer beso. Generación que ya no quiere volver ni de visita, porque le lastima ver cómo se va pique, sin esperanza de salvavidas, la Isla”.
Después de publicada la novela, Imbert siente una mezcla de sensaciones. “Incluso a mí me ha tomado de sorpresa. Ha sido tan sencillo, al menos hasta ahora, que sigo desconfiando de que sea real. En Cuba hubiera sido imposible publicar jamás un libro, sobre todo por mi forma de pensar. Creo que es lo primero que le agradezco realmente a los EEUU, porque la comida, el agua caliente y el auto, vienen por defecto. Estoy agradecida, aliviada, feliz, pero aún muy nerviosa”.
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